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La acuicultura en la Amazonía promueve la seguridad alimentaria con menos impacto que la ganadería

En un artículo en Nature Sustainability, investigadores de Brasil y de Estados Unidos señalan las ventajas de la cría de peces frente al ganado, pero advierten sobre la necesidad de legislaciones ambientales más rigurosas

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Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo

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In Palmas, in the Brazilian state of Tocantins, an aquaculture farmer feeds fish raised in net tanks 

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Credit: Felipe Pacheco

La acuicultura emite diez veces menos gases de efecto invernadero y utiliza entre 20 y 100 veces menos tierra por tonelada de proteína animal producida que la ganadería. Por estas y otras razones, puede representar una forma más sostenible de alcanzar la seguridad alimentaria en la Amazonía.

Así lo señala un estudio publicado en la revista Nature Sustainability por investigadores de Brasil y de Estados Unidos, parte de ellos con apoyo de la FAPESP.

“La acuicultura recibió una serie de incentivos en la Amazonía a partir de los años 1980 y desde entonces se ha expandido exponencialmente. Tiene como ventaja ser una alternativa más sostenible a la ganadería, responsable de cerca del 80 % de la deforestación en la Amazonía durante los últimos 30 años. Sin embargo, necesita ser más estudiada en cuanto a sus impactos, incluso para poder acceder a mercados internacionales”, comenta Felipe Pacheco, investigador del programa Eric & Wendy Schmidt AI in Science de la Universidad Cornell (EE.UU.) y primer autor del artículo.

Los investigadores recopilaron datos sobre la actividad en cinco de los ocho países amazónicos: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. Entre ellos, Brasil es el mayor productor de peces, siendo el estado de Rondônia el principal responsable de la producción de especies nativas.

“El tambaquí tiene un mercado consolidado en la región Norte y su rusticidad, aliada a sus altas tasas de crecimiento y eficiencia en la conversión alimenticia, refuerzan su potencial para expandirse a otras regiones del país e incluso a mercados internacionales”, afirma Marta Ummus, coautora del estudio y analista en Palmas (capital del estado de Tocantins) de la Embrapa Pesca y Acuicultura – una de las unidades descentralizadas de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa).

Además de la FAPESP, el estudio fue financiado por la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de Tocantins (FAPT) y la Fundación de Apoyo al Desarrollo de las Acciones Científicas y Tecnológicas y de Investigación del Estado de Rondônia (Fapero), dentro de la Iniciativa Amazonía+10, que articula a las 27 agencias estatales de fomento a la investigación junto al Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) en pro del apoyo a la investigación sobre biodiversidad, conservación y desarrollo socioambiental del bioma.

“Necesitamos mejorar los datos existentes sobre esta actividad para que una eventual expansión se realice sobre bases científicas sólidas, conociendo y respetando los límites que el ambiente puede soportar”, afirma Jean Ometto, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) y uno de los coordinadores del proyecto.

Expansión, pero de forma sostenible

Según los autores, la actividad aún tiene potencial de expansión en la Amazonía, pero es necesario considerar algunos factores. Uno de ellos es la dificultad para comprender los procesos de licenciamiento ambiental de la práctica, que varían entre estados, además de la necesidad de un monitoreo continuo para aumentar la precisión de los procesos y garantizar la conformidad y sostenibilidad de la producción.

El represamiento de pequeños arroyos (igarapés) para la cría de peces, por ejemplo, durante mucho tiempo fue permitido y aún se practica en algunos lugares. Esta práctica afecta la conectividad de los cuerpos de agua y perjudica la biodiversidad acuática, incluyendo especies económicamente importantes para la pesca.

Otros ejemplos incluyen los cultivos que no respetan protocolos de sanidad animal y ambiental. Administrar alimento en exceso, por ejemplo, puede generar acumulación de materia orgánica en el fondo de los estanques y aumentar la emisión de gases de efecto invernadero como el metano. El exceso de nutrientes también puede ser arrastrado a los ríos y desequilibrar las cadenas alimenticias.

Los investigadores destacan que una posible expansión de la actividad podría aprovechar pastizales degradados para instalar nuevos tanques sin necesidad de más deforestación. Estudios ya demostraron que ocupar esas áreas con acuicultura emite menos gases de efecto invernadero que simplemente dejarlas abandonadas. Además, la acuicultura es más productiva: producir una tonelada de pescado requiere menos tierra que una tonelada de carne vacuna.

“La acuicultura no puede repetir lo que hizo la ganadería en estados como Rondônia, donde se abrieron muchas áreas para pastos y hoy muchas son poco productivas o han sido abandonadas. Sin embargo, tiene la ventaja de poder utilizar esas mismas áreas ya abiertas con una actividad mucho más sostenible”, dice Carolina Doria, profesora de la Universidad Federal de Rondônia (Unir) y coautora del estudio.

Competencia de especies exóticas

En el contexto de la acuicultura mundial, la Amazonía brasileña se destaca por criar especies nativas como el tambaquí, la pirapitinga, el pacú y el pirarucú. En otras regiones del mundo, la introducción de especies exóticas como la tilapia, traídas por la acuicultura, genera una serie de problemas, como la competencia por recursos y la depredación de especies nativas.

Sin embargo, hay una fuerte presión por parte de productores en todas las regiones del país para autorizar el cultivo de tilapia, ya que la especie tiene un gran mercado consumidor y cuenta con un paquete tecnológico consolidado que potencializa su producción.

Estas ventajas son fruto de un desarrollo tecnológico realizado fuera de Brasil, que hoy permite que la tilapia se cultive en muchas partes del mundo. Brasil, por ejemplo, es el cuarto mayor productor mundial de tilapia, especie que representa el 65 % de la producción nacional de pescado.

En este sentido, los autores del estudio destacan el potencial del tambaquí, cuyas poblaciones silvestres pueden ofrecer genes para variedades más productivas y resistentes a enfermedades, por ejemplo. Si bien no se desea que escape al medio natural, su impacto sería menor que el de especies exóticas (lea más en: agencia.fapesp.br/38014).

“La acuicultura en la Amazonía puede traer seguridad alimentaria al mismo tiempo en que mejora la vida de las personas, al proporcionar una fuente de ingresos menos incierta que otras actividades como la pesca, por ejemplo. Pero las políticas públicas deben considerar tanto a pequeños como a medianos y grandes productores”, concluye Pacheco.

El artículo Towards sustainable aquaculture in the Amazon puede ser leído por suscriptores en: www.nature.com/articles/s41893-024-01500-w.

 


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