News Release

El declive de animales dispersores de semillas dificulta la lucha contra el cambio climático

Un equipo internacional de investigadores lanza una alerta global sobre la necesidad de incluir a los frugívoros en las estrategias de conservación, restauración forestal y mitigación del cambio climático

Peer-Reviewed Publication

Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo

image: 

The seed of the fruit passes through the digestive tract of the dispersing animal, where it undergoes treatment that prepares it to germinate when deposited 

view more 

Credit: Mauro Galetti/CBioClima

Gran parte de los árboles de la Amazonía (90 %), de la Mata Atlántica (90 %) y del Cerrado, la sabana brasileña (60 %), dependen de los animales para dispersar sus semillas, garantizar su reproducción y mantener en pie el bosque. Aves, mamíferos, peces e incluso una especie de anfibio desempeñan un papel crucial en la diversidad de los bosques en todo el mundo. Sin embargo, este proceso se ha venido desintegrando a medida que las poblaciones de animales dispersores de semillas disminuyen drásticamente.

La pérdida de animales frugívoros (aquellos cuya dieta se compone principalmente de frutos) genera otro efecto: altera la composición de los bosques, debilitando su capacidad de absorber dióxido de carbono y reduciendo así su papel en la lucha contra el cambio climático.

Aun así, los grandes esfuerzos globales para proteger y restaurar ecosistemas siguen subestimando a los animales dispersores de semillas en las estrategias de conservación de la biodiversidad y restauración forestal.

“Se habla mucho hoy en día sobre los créditos de carbono y la restauración de los bosques, pero ¿quién ‘siembra’ ese carbono? Es el tucán, el agutí, el tapir, la yacutinga. Para tener un árbol de copaíba, por ejemplo, el bosque necesita tucanes y monos que dispersen sus semillas. Por eso debemos incluir a los animales frugívoros en la ecuación de la restauración, pues ya hay suficiente ciencia para cuantificar cuánto del carbono forestal ha sido sembrado por los animales”, afirma Mauro Galetti, uno de los directores del Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Climático (CBioClima) – un Centro de Investigación, Innovación y Difusión (CEPID, por sus siglas en portugués) de la FAPESP con sede en el Instituto de Biociencias de la Universidade Estadual Paulista (IB-Unesp), en Rio Claro, Brasil.

Galetti y un grupo de investigadores de Estados Unidos, Suiza, Panamá, Alemania, España y Portugal publicaron un artículo en la Nature Reviews Biodiversity advirtiendo sobre las consecuencias del declive de dispersores de semillas en el cambio climático. El papel de los animales frugívoros es tan central en el mantenimiento de la biodiversidad vegetal que, según los investigadores, los esfuerzos de restauración y protección de los ecosistemas podrían no alcanzar sus objetivos se el declive de los dispersores de semillas no es mitigado.

Un estudio reciente publicado en la revista Science por algunos de los mismos investigadores que firman esta alerta reveló que la pérdida de aves y mamíferos en todo el mundo provoca una reducción del 60 % en la propagación de semillas. “Avanzamos mucho para resolver esos problemas de la pérdida de dispersores de semillas, y aunque Brasil es el país con más estudios científicos sobre dispersión de semillas, es necesario profundizar más y entender, por ejemplo, qué plantas y ecosistemas son más vulnerables a esta pérdida. Además, por supuesto, necesitamos identificar qué estrategias restauran mejor la dispersión de semillas”, concluye el investigador.

Héroes desconocidos

Al comer un fruto, el animal dispersor queda “contaminado” por la semilla, que pasa por su tubo digestivo y recibe un tratamiento químico (a través del jugo gástrico) o mecánico –en el caso de las aves, por ejemplo, la molleja tritura la semilla–, lo que permite que el agua penetre en ella y la deja lista para germinar allí donde el animal la deposite posteriormente al defecar.

“Por eso, las semillas consumidas por animales germinan más, más rápido y logran establecerse en lugares más seguros para crecer. Y si no hay un animal que ‘dañe’ la semilla y la lleve lejos de la planta madre, no germinará y, aunque lo haga cerca de la planta madre, probablemente morirá debido a la competencia entre ambas”, explica Galetti.

Pero es importante resaltar que no existe un patrón único: en cada lugar del mundo, en cada especie de árbol y de vertebrado, esta interacción es distinta. “La nuez amazónica (castanha-do-pará), por ejemplo, solo tiene un dispersor: el agutí. Si el agutí se extingue localmente, el servicio de dispersión de semillas de la nuez amazónica desaparece. Dependemos entonces de un servicio ecológico fundamental proporcionado por el agutí”, afirma Galetti.

Mientras que en la Mata Atlántica aves, murciélagos, monos y tapires son los principales dispersores de semillas, en la Amazonía y el Pantanal los peces desempeñan un papel crucial. “Los pacús y tambaquis, por ejemplo, recorren grandes distancias y consumen grandes cantidades de frutos, lo que los convierte en superdispersores de distintas especies en los bosques ribereños”, señala el investigador.

Servicios ecosistémicos

Al igual que las abejas y otros polinizadores, el papel de los animales frugívoros es esencial para la reproducción de las plantas. Pero, aunque ambos servicios están amenazados por factores como el cambio en el uso del suelo y la explotación directa, cada grupo responde de manera diferente a los impactos. Mientras los polinizadores sufren más por los pesticidas, los dispersores de semillas se ven más afectados por la pérdida de hábitats y la caza.

Otra diferencia es que el declive de los polinizadores ha recibido más atención pública y política, ya que su ausencia afecta directamente la producción de alimentos. En cambio, los impactos de la pérdida de dispersores de semillas son más difíciles de medir, ya que influyen en la biodiversidad y el almacenamiento de carbono a lo largo del tiempo.

“Ambos son importantes y deben ser considerados en los proyectos de restauración y conservación. Sin embargo, el declive de los polinizadores es más fácilmente medible a corto plazo, ya que genera impactos económicos inmediatos como la pérdida de productividad agrícola, mientras que los efectos de la pérdida de dispersores de semillas ocurren de forma lenta y a gran escala, comprometiendo la funcionalidad y la resiliencia de los ecosistemas”, explica Galetti a la Agência FAPESP.

El científico afirma que los costos económicos del declive de los dispersores de semillas –como la pérdida en la capacidad de almacenamiento de carbono, la disminución en el suministro de productos forestales y el deterioro de la resiliencia natural ante eventos ambientales extremos– aún no han sido cuantificados a nivel global. “Restaurar no es solo plantar árboles; es necesario considerar quién garantizará el futuro de ese bosque, y esos son los animales dispersores. Hace algunos años se creía que al plantar el bosque, los animales llegarían por sí solos. Pero no es así como funciona. Tener un bosque restaurado y funcional es mucho más complejo”, afirma.

En el artículo, los investigadores destacan que nuevas síntesis y modelos de datos están captando cambios funcionales a gran escala y ayudando a revelar impactos de largo plazo, como la recuperación dificultada tras incendios forestales y la degradación del hábitat para los animales. “Enfrentar el declive de los dispersores de semillas es fundamental para preservar la biodiversidad animal, garantizar la conectividad de los bosques y el equilibrio de las comunidades vegetales”, concluye Galetti.

El artículo Drivers and impacts of global seed disperser decline puede ser leído en: www.nature.com/articles/s44358-025-00053-w.


Disclaimer: AAAS and EurekAlert! are not responsible for the accuracy of news releases posted to EurekAlert! by contributing institutions or for the use of any information through the EurekAlert system.