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El análisis de diversos genomas de perros sugiere, en contra de la creencia popular, que la raza es un indicador deficiente del comportamiento

Peer-Reviewed Publication

American Association for the Advancement of Science (AAAS)

Un estudio genético en el que participaron más de 2000 perros, junto con 200 000 respuestas de propietarios de perros en encuestas relacionadas, sugiere que la raza por sí sola es un deficiente indicador del comportamiento. Los hallazgos cuestionan los supuestos actuales en torno a los estereotipos de las razas caninas, es decir, las nociones utilizadas para explicar por qué algunas razas son más agresivas, obedientes o cariñosas que otras. A pesar de ser uno de los compañeros animales más antiguos del ser humano, casi todas las razas de perros modernas se inventaron hace apenas 200 años. Antes de esta época, hace más de 2000 años, los perros se seleccionaban principalmente por sus rasgos esenciales para sus funciones, como la caza, la vigilancia o el pastoreo. Los humanos no empezaron a seleccionar a los perros por los rasgos físicos y estéticos que definen la raza hasta el siglo XIX. En la actualidad, a la mayoría de las razas caninas modernas se les atribuyen temperamentos característicos asociados a su función ancestral. Por ello, se supone que la ascendencia de la raza de los ejemplares individuales predice el temperamento y el comportamiento. Esto ha dado lugar, entre otros resultados, a una serie de legislaciones específicas sobre razas, que puede incluir restricciones de seguros o la prohibición total de poseer algunas razas de perros. 

 

A pesar de estas suposiciones generalizadas, existe una gran falta de investigación genética que demuestre la relación entre la raza y el comportamiento. Con el fin de abordar esta cuestión, Kathleen Morrill y sus colegas utilizaron estudios de asociación del genoma completo para buscar variaciones genéticas comunes que pudieran pronosticar rasgos de comportamiento específicos en 2155 perros de raza pura y mixta. Combinaron estos datos con 18 385 encuestas a propietarios de mascotas del Arca de Darwin, una base de datos de código abierto sobre rasgos y comportamientos caninos declarados por los propietarios. Los datos de comportamiento se analizaron en función de las razas declaradas por el propietario y de las ascendencias raciales detectadas genéticamente. Los resultados de estas pruebas, que incluían datos de 78 razas, identificaron 11 locus genéticos fuertemente asociados al comportamiento, aunque ninguno de ellos era específico de la raza. (Entre los comportamientos más fuertemente pronosticados por la genética estaba la capacidad de obediencia de los perros, es decir, lo bien que responden a las indicaciones de los humanos. Sin embargo, esto varió significativamente entre los ejemplares individuales). De acuerdo con los hallazgos, la raza solo explica el 9 % de la variación del comportamiento de los ejemplares individuales; para ciertos rasgos de comportamiento y elementos de la encuesta, la edad o el sexo del perro fueron los mejores indicadores del comportamiento. Los investigadores no encontraron comportamientos exclusivos de ninguna raza. «La mayoría de los comportamientos que consideramos característicos de determinadas razas caninas modernas han surgido, con toda probabilidad, a lo largo de miles de años de evolución, desde el lobo hasta el perro salvaje, pasando por el perro domesticado y, finalmente, las razas modernas», afirma la autora, Elinor Karlsson, en un comunicado de prensa relacionado. «Estos rasgos heredables surgieron miles de años antes de nuestro concepto de razas caninas modernas».


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