En experimentos realizados en aldeas aisladas de Honduras, los investigadores evaluaron una nueva estrategia para identificar a los individuos que podrían ser objetivo de una información eficaz de difusión. Su planteamiento, más eficaz que la selección aleatoria y que además requiere menos tiempo que los enfoques que exigen un conocimiento completo de la red social pertinente, podría tener implicaciones políticas de gran alcance en países de renta baja y media. La comprensión de la estructura y la función de las redes sociales humanas ha aportado ideas para explotar el contagio social, es decir, la propagación de comportamientos, actitudes y prácticas a través de los miembros de un grupo. Este enfoque podría utilizarse para difundir información importante, como intervenciones en materia de salud pública. Sin embargo, a fin de fomentar deliberadamente el contagio social en las redes sociales cara a cara es necesario identificar a los individuos estructuralmente influyentes, o «semillas», para maximizar la difusión de la información. Si bien en investigaciones anteriores se han sugerido varias formas de identificar a estos individuos, todos los enfoques existentes han requerido en general mapear la estructura de toda la red social, lo que suele ser caro, lento e inviable en situaciones cara a cara del mundo real. Mediante varios experimentos de campo, Edoardo Airoldi y Nicholas Christakis evaluaron si es posible identificar las mejores «semillas» en el seno de un grupo sin tener que cartografiar toda la red. Airoldi y Christakis realizaron un gran ensayo controlado aleatorizado de selección de redes entre 24.702 personas de 176 aldeas aisladas de Honduras. Los autores asignaron aleatoriamente aldeas a métodos de selección por amistad, variando las fracciones de hogares que recibían un paquete de educación sanitaria de 22 meses y el método por el que se elegían esos hogares. Según los autores, una estrategia de selección por amistad que aprovechara la llamada «paradoja de la amistad» de las redes sociales humanas, según la cual, por término medio, los amigos de individuos seleccionados al azar son más importantes en la red social que quienes los identifican, pudo reducir sustancialmente el número de hogares a los que había que dirigirse para alcanzar un determinado nivel de aceptación en el conjunto de la aldea. «El despliegue de intervenciones a través de la selección de redes, sin aumentar el número de personas seleccionadas ni el gasto en que se incurre, puede potenciar la adopción y difusión de las intervenciones y, por tanto, mejorar el bienestar humano», escriben Airoldi y Christakis.
